Reseña: Los gigantes dormidos

No hace mucho que la ciencia ficción ha comenzado a adoptar con mayor agrado a uno de sus vástagos olvidados: los mechas. Un género que tradicionalmente ha sido de dominio casi exclusivo de la animación japonesa y el manga, no solo empieza a levantar pasiones entre los lectores sino que también lo ha hecho entre las editoriales españolas. Espero sinceramente que esto sea el inicio de una tendencia. Hoy toca hablar de Los gigantes dormidos.

Los gigantes dormidos es la primera novela de Sylvain Neuvel, y también el primer volumen de la serie Los expedientes de Temis (aunque ignoro si se ha llegado a confirmar de cuántos libros estará compuesta). Hay mucho que elogiar de este nuevo autor, empezando por el formato de la novela, pasando por la temática y finalizando con el derroche de calidad que emana las páginas del manuscrito.

La novela nos sitúa en la época actual, en una situación geopolítica idéntica o bastante similar a la de nuestro mundo. Un acontecimiento insólito pone patas arriba todos los paradigmas de la comunidad científica: el hallazgo de una gigantesca mano robótica que ha estado dormitando bajo tierra desde hace miles de años. Los líderes de EEUU ponen la mano a buen recaudo, manteniendo su existencia oculta al resto del mundo, mientras se una investigación secreta para responder a las innumerables preguntas que empiezan a aflorar: ¿qué es?, ¿de dónde viene?, ¿quién la dejó aquí? y, sober todo, ¿qué es lo que puede hacer? Pronto comienza la búsqueda planetaria de las restantes partes de lo que parece ser un mastodóntico cuerpo de anatomía humana.

Lo primero que llama la atención de Los gigantes dormidos es el formato escogido por el autor. Sylvain narra su historia a través de expedientes, interrogatorios, conversaciones o grabaciones que se ordenan cronológicamente a medida que se desarrolla la trama, como si de los archivos clasificados de una agencia de inteligencia se tratase. La mayor parte de los capítulos consisten en conversaciones entre distintos personajes con un hombre cuyo nombre no llega a revelarse, pero cuya presencia es constante a lo largo del libro. Este señor —sin duda, uno de los personajes más intrigantes y mejor construidos— se encarga de impulsar el proyecto Temis, organizando sus efectivos y reclutando a las personas más idóneas para cada puesto. Sus intenciones o su afiliación nunca parecen estar claras, apareciendo siempre tras un velo de misterio que le hace ganar muchos enteros. Los principales miembros del proyecto Temis completan el elenco de protagonistas: Rose Franklin, la científica al mando; Kara Resnik y Ryan Mitchell, los pilotos encargados de recuperar las piezas; y Vincent Couture, un prestigioso traductor. Junto a las entrevistas de los protagonistas aparecen otros testimonios (incluso notas de prensa) relativos a distintos sujetos más o menos relacionados con la investigación, ampliando la panorámica de los sucesos descritos en la novela. En torno al excepcional hallazgo pronto comienzan a orbitar los conflitos personales, políticos, científicos, geográficos y diplomáticos, componiendo un cuadro rico en matices que fomenta la sensación de «se va a liar parda» desde los primeros coletazos de la novela.

Neuvel realiza un trabajo magnífico —y no fácil— a la hora de abordar sus personajes. Dar a cada personaje su propio carácter, delinear los matices de su personalidad y, en definitiva, dotarles de voz propia no es tarea fácil si pretendemos hacerlo casi exclusivamente a base de diálogos. Hay mucho trabajo detrás de ello, y el resultado es bastante bueno. Los protagonistas se sienten vivos; el autor consigue meterte en su piel, imaginar sus gestos y entender sus decisiones, a pesar de que, como decíamos, casi todos los capítulos carecen de narrador.

La original elección del formato entrevista para hilar el grueso de la trama es uno de los puntos fuertes de la novela, pero en algunos tramos no me parece especialmente idónea. El estilo funciona de maravilla casi todo el tiempo; no tanto cuando se describen escenas de acción o cuando adopta la forma de «reportes en tiempo real». Aquí es inevitable sentir cierta desconexión respecto a los acontecimientos que están teniendo lugar (como si nos lo estuvieran contando a través de un walkie talkie). En estos momentos no he logrado experimentar una inmersión completa, un desafortunado contraste con un libro que, por lo general, me ha parecido bastante inmersivo. Creo que para ciertos pasajes un narrador más tradicional habría resultado más efectivo.

Los gigantes dormidos es una novela que se devora con una facilidad alarmante. Te sientas con el libro en las manos y parece que las páginas vuelan solas. Con un estilo sencillo y asequible —y un poco más técnico cuando aborda cuestiones científicas—, la historia te atrapa y te hace querer saber más, ya que cada capítulo suele girar en torno a algún nuevo descubrimiento, suceso o revelación de importancia. Sylvain, al dirigirse al lector en un tiempo presente pero siempre refiriéndose a sucesos recientes, consigue concentrar la carga dramática al comienzo de cada nuevo capítulo. Y el resultado es un libro magnético del que cuesta separarse.

Un magnífico debut para Sylvain Neuvel, que en el acto se coloca como un autor muy a tener en cuenta y al que sin duda le seguiremos la pista a partir de ahora. Una novela rápida, adictiva, bien narrada, llena de misterios, intrigas e intenciones ocultas, y que abre un escenario magnífico para un segundo libro que promete ser más emocionante si cabe que su predecesor.

Ficha técnica:

Título original: Sleeping Giants
Autor: Sylvain Neuvel
Primera publicación: 2016
Número de páginas: 351